El viento revolvió burlón por última vez mi cabello.
Una lombriz se retorcía en el suelo bajo los impecables mocasines -Dios perdóname y olvida el todo de lo que falle -.
Una mancha delatora en la manga del fino traje y no habría mas rastro de mi ahora interminable viaje en el olvido. Sus ojos buscaron en vano -antes de decir adiós -en la nada extraviada en mí y eso siempre fue el preciso producto de lo que le di a cambio. Me entrego a la tierra y relleno la fosa él mismo.
- ... Y grabe con el indice su nombre en la arena para poder borrarlo todo en un movimiento.