8 de diciembre de 2008

Mutable...

Casi todo lo que estaba en el piso era reconocible, pero ese "casi todo" era suficiente por el momento, alzó la vista y la vio de pie junto a él, su cara era la misma en todo, cada recuerdo lo constataba, su cuerpo era el mismo también y su pelo castaño caía sobre sus hombros, su rostro era el mismo pero ahora tenía una dejo distante, en el departamento nada parecía fuera de su lugar, extraño o ajeno a excepción tal vez de su presencia.

Tomo sus recuerdos regados en el piso como hojas secas, casi todo era reconocible porque nada parecía fuera de su lugar extraño o ajeno a excepción tal vez de su presencia.

Su presencia pasaba por innecesaria y si no hubiera sido por aquel espejo él hubiera afirmado que no se encontraba ahí, pero no era así y ahí estaba apuntándole la realidad física de la situación espacial de su cuerpo, el cuerpo de ella remotamente se asomaba en el espejo, y aunque él fuera el protagonista del reflejo sabia que casi todo ahí era reconocible y nada parecía fuera de su lugar, extraño o ajeno a excepción tal vez de su presencia.

El espejo le devolvió "su" mirada extraviada -y solo podía aceptarla como propia por el hecho de provenir de sí mismo, porque todos los elementos en su mente le indicaban que aquella expresión perdida y totalmente extraña podría estar debutando en el rostro de cualquier otro ente- pero en aquella atmósfera ilógica flotaban aun las palabras que ella había intentado en vano hilar con anterioridad como un argumento a esta nueva realidad y nada parecía fuera de su lugar, extraño o ajeno a excepción tal vez de su presencia.

Sus recuerdos tomaron un avión y bajaron de aquel aparato solo para abordar otro que en todo era idéntico al anterior, pero también casi todo ahí era reconocible. Nada parecía fuera de su lugar, extraño o ajeno a excepción tal vez de su presencia.

Así me di cuenta que ese ya nunca más seria mi lugar.

1 de diciembre de 2008

Desisto ante...


Mi deseo de perder mis dedos en el azucar que se diluye en tu piel y hacerme al magenta mar de tus azares...

... Me consume el acariciar, las nubes que cubren tus pies, y deshacer el azul de
tus ojos para refugiarme
en los milímetros de tu horizonte
que exploro en infinitos, y me aferro al papel que cae
de tu sonrisa para extinguir el vendaval
sonoro de mis letras.

27 de noviembre de 2008

Apnea...

Esa era mi mano en el sofá, mi pie en el respaldo y mas allá mi cabeza en un cojín; “I`m Not Ok…” gritaba la voz en mi oído; si las estrellas no me querían debajo debieron haber pensado en tener sexo con alguien más, y mientras mis ojos ociosos se distraían en la pantalla, mi corazón se empeñaba en suspirar lejos y más lejos apagando una vela y encendiendo mi pecho. Como odiaba esa sensación  detestable de la severidad desértica de su ausencia, pero esta vez era como estar apretujado en un bullicioso cuarto y mis dedos temblaban reacios a darle traste impreso a todo esa cacofonía mental, al ir y venir de pasos con ese “When you go, would you even turn to say; I don't love you like I did yesterday…” pero en ese ayer mis pasos revivían en esa interminable avenida llena de luces, de gente, de ruido y sobre todo de soledad.

Mi pie impaciente se bajo del respaldo solo para causar un golpeteo un poco mas sedante y al igual que el eco en la habitación, me recordaba que yo no era para nada bienvenido en mis sueños por más ansioso que se hiciera el gesto que ya se dibujaba en mi boca.

Tenía el teléfono en la otra mano que se entretenía picando aleatoriamente teclas y ruidos; el altavoz incansable parloteaba que no tenia caso marcar números de amigos si no contaba con el dinero para hacerlo.

En qué se diferencia el pasado del presente si eres tu victima preferida, asesino por genética, pacifista por herencia, mi futuro era insensato y mis sentimientos se saboreaban los retazos de mis obras muertas en mi voluntad de omitir.

“Siempre” ¿es un verbo, una cosa, un adjetivo, un servicio, un fonema o todo lo anterior y mas? Siempre es siempre y nada es para siempre solo mis dibujos en el cielo. Si me lo hubieran pedido dejaría de mentir –pensaba -y mi corazón enfadado me recordó que desde hace mucho ya no mentía o eso parecía, porque se le había olvidado el diccionario en la esquina ruin de algún lugar bastante lejano o eso creía, porque ahora era tan lejano que incluso eso ya lo había olvidado.

La pistola que mato a Dudley Stone como la recordaba me apuntaba grande, inmensa y fría casi moribunda, si no fuera por la conciencia atávica del metal que ya no parecía tan distante engendraba el plomo que yacía dormido en sus entrañas. Ante aquella sensual escena de mi muerte, mi mente se resistía en vano ante la erótica perversidad de ese acto cuasi prohibido de pecar para no parar nunca mas. La violencia de mi muerte era incautamente voluptuosa.

Pedir no basta, pedir es la sucesión causal del vació y a él; “siempre” guardaba ese estado y es el eslabón que lo continuaba; ahora la imagen se decoloraba.

Ahora los colores se mudaban a la calle en la que mi memoria había perdido varias palabras, junto con todo entender sobre la prudencia de no interrumpir mis horas, como fuera que estas estuviesen ordenadas en el reloj.

La pistola que mato a Dudley Stone, era el silencio sepulcral de millones de gotas de tintas reeditadas de cada vez en cuando, solo para seguir honrando al fantasma que nunca extraño la señora Stone. Aun así esa pistola no me fue más útil a mí. Y la muerte ya no me parecía tan maravillosa, más bien parecía andrajosa y en ese punto empezaba a generar una trivial sonrisilla en la cara de algún incauto y la muerte que deja de coquetear con insensible lascivia nada mas deja de ser muerte y todo queda en un suspiro ruin de indiferencia.

Yo a diferencia de los demás por más que insistía no podía abandonarme y mi cabeza seguía en el cojín, mas allá mi pie meditabundo marcaba el paso de alguna marcha que nunca marcho. Ahora veía receloso a las salerosas notas musicales en su escala de sol -Las muy hijas de perra habían logrado al fin, colarse en el aire-.

A esa hora la sal se acumulaba ya bajo mis uñas y me levante para descalificar a algún pajarraco que desprevenidamente cruzó. No era por hambre o gula, para mí las cosas demasiado calientes eran sencillamente incomibles, pero la carne cruda era pecaminosamente impensable así como los platillos fríos con la honrosa excepción de los postres y la venganza, todo lo demás no eran en algo comestibles.

-Qué más da si hago un último nudo que sentencie la discontinuidad de esta ilación avariciosamente ilógica –Que mas da un cuento sin fin; yo no pagaría por un cuento sin cuento. Si hay un balance en esto, eso ya es patéticamente obsoleto-

Sin mi voz que los dispense mis dedos son torpes, para deshacer tus ojos en la espuma fugaz de mi imaginación. Mi aliento ahuyenta tu piel cada vez que se consume en tu boca, por eso desisto ante el movimiento hipnótico de tus piernas.

Mi mano mas allá descansa plácidamente sobre el respaldo, mi pie se acomodo en el cojín y mi cabeza parecía estar satisfecha en el vacío, tal vez por la esperanza de verse interrumpida por él. El teléfono yacía repetitivo y gustoso de que el atento piso resuene centelleante con las imperceptibles vibraciones de los desvaríos de alguna mal llamada “compañía” que solo se llena de su etimología.

La muerte de Dudley Stone resulto ser bastante céntrica, nada olvidadiza y regreso por todos los que pensaron haberle robado algo, por mínimo que eso fuera, aunque solo se tratase del cadáver mal vendido del señor Stone, el cual ahogado en su océano mezquino de prólogos ya no resultaba en nada conmovedoramente maravilloso.

En la madrugada el agua corría por mi cuerpo en el sentido inverso que cae, pero a tales horas la noche ya desvelada no era más que un prestidigitador haciendo suertes cansadas, y mi atención divagaba naufraga en el agua.

La noche, mi mano, mi pie, mi cabeza, un celular, el piso, mi otra mano, mis ojos y la ya no tan maravillosa muerte de Dudley Stone dejaban correr al sol por el calendario, después de todo cualquier cosa por inesperada que fuese su naturaleza, era por lo menos interesante para alguien más pero ya no para mi. Solo así pude dejar de mortificar aun mas a esta hoja preñada de sinapsis incoherentes.

Por más autoestima que tuviera el “saber”, este es un huérfano desamparado ante el “dar”, que parece la vía mas idónea hasta que se despliega en miles de estallidos multicolores su arrogancia. Si las estrellas no me quería encima hubieran considerado el claustro y la pluma, para que así me hubieran culpado por el exceso y la depravación, pero sabían que todo esto era consecuente a la voluptuosa violencia de mi muerte y la noche consumida en si misma bebería de mi hasta que la luz ardiera en mi piel una vez más.

4 de mayo de 2008

La Mitad de todas mis Horas...

Las letras impresas en la eléctrica pantalla son la espuma de la estela al batir tus alas contra la arena y cubres mis pies en la seda fría de tu abrazo para no dejarme ir, para no dejar ir mi corazón y arrancas de mis labios el suspiro para volar en la caída de mis pensamientos.

Las ssserpientes devoran
los ojos del desssierto que vive al
ritmo de tus labios viajeros,
transformados en...
euros.

El hielo tatuado en mi mirada se eleva efímero por debajo de las uñas y cae por la división de mi mano en infinitas curvas como alimento diario del trombone.


Los dibujos treparon por la roca de la pared hasta ascender por sobre
los restos de la superficie de la autopista que lleva la luz del cerebro a las
mentiras del horario escondido en las banquetas de los túneles de la isla de la estrella que duerme en mi cuarto.


El oro antiguo
es el manual de
los esclavos de la luz,
del vidrio, del asfalto, y
del bullicio que corre por
las
venas de todos los mundos.




Las nubes son sus vestidos sus corbatas,
sus accesorios, sus sandalias. Las nubes son su tez. Corren frenéticos hacia el final del profundo azul y no levitan, es que nunca terminan de caer.

4 de febrero de 2008

Cosmic spell



La
luz de tus labios se destiñe en tus
ventanas cuando el rocío de la tinta de tus dedos cae taciturno en los pétalos de tu cuarto.










para D4nir4

31 de enero de 2008

It has began...

Desdeñoso miró la hipnótica soledad del pasillo; sacudió la cabeza y miro de nuevo el espejo, sus ojos nerviosos buscaron en su rostro, encontrando algo muy similar a nada pero en nada parecido a algo.

Podía sentir en cada poro de su piel el calor del único foco de 100 watts, pero el calor al igual que sus ojos permanecía extraviado en el incierto, que no era más infantil que el casi vació de las sombras de aquel pasillo.

Su dedos temblorosos rozaron con recelo su tez sudorosa; y todavía eran las 0 hrs tanto afuera de la casa como en su interior.

El estallido retumbo en las cuatro esquinas del pequeño cuarto y en un vulgar relámpago la sangre dio un interminable adiós a su sien. Aun eran las 0 hrs tanto afuera de la casa como en su interior.

16 de enero de 2008

Noche de...

Desperté, el viento golpeaba la ventana y sacudía violentamente la cortina, todo estaba a oscuras dentro del departamento, apreté el botón en el control remoto pero nada paso no había luz, me levante y mientras me acercaba a la ventana sentí que por encima de mi hombro y atrás de mi, alguien desde la puerta abierta del cuarto me miraba, ignore aquello, me acerque a la ventana y la cerré; contemple desde mi refugio en el piso 20 a la ciudad que se entretenía doblando en las esquinas sus historias de luz de neón y asfalto, dándose un festín de morbo en sus innumerables ojos vidriosos multiplicados siempre por dos y que no dejaban nunca de mirarte.

Di vuelta a la oscuridad, el viento arremetía cada vez con mas furia contra el vidrio, me acerque a la mesa de centro tome el celular y trate de marcar pero el celular ya no tenia batería.

Una ráfaga de aire tiro la lampara de pie voltee lentamente porque para mi asombro la ventana estaba entre abierta estaba completamente seguro que la había cerrado por completo y al dirigirme otra vez a la ventana y sentí como la oscuridad tragaba mi espalda y una mirada infinitamente profunda recorría mi espalda desde la mitad hasta la nuca, regrese mi cabeza solo para constatar que no había algo que me mirara desde el fondo de mi recamara(o al menos mis ojos eso me decían), no podía regresar a esa oscuridad, porque tal vez si me dejaba engullir una vez mas, no, pero en verdad no podía asegurarme que regresaría, así que seguí avanzando hacia la ventana y de pronto lo supe casi instintivamente detrás de la ventana me esperaba...



Si tan solo pudiera encontrar un final, tengo mas de dos horas tratando de encontrar una idea para finalizar, algo que sea lo suficientemente atemorizante, que lo aseche desde la ventana y él lo sepa, al punto de que ipso facto infiera que su muerte es inminente. ¿Pero que monstruo inesperado y terrible de pesadilla o ente infernal podrá llevarle a entender que su sola visión le provocará su muerte? -Esto es algo inevitable- su muerte ya lo esperaba sentada en su cama (pero no la idea de morir o algo que lo provoque, me refiero a la muerte en persona,la muerte enfundada en ese atuendo negro) con la que él trata instintivamente evitar un encuentro, por eso nunca regresa a su recamara y prefiere tomar su camino para encontrarse con... -Demonios ese maldito ruido, el viento no deja de soplar he intentado concentrarme en esto pero... ese molesto sonido solo echare un vistazo afuera-

Se levanto y se dirigió a la ventana pero justo cuando sus dedos rozaban la cortina un destello en su mente, vacilo -¿Y que tal sí? No, solo es-, trago algo de saliva alzo la cortina y ahí estaba la prominente e infernal sonrisa y esos ojos que tragaron su alma.